El ataque a la vida religiosa es en nuestros días algo terrible. En el documento sobre ‘Teología y Secularización’ de la Conferencia Episcopal Española se le dedica un párrafo a este tema, y se hace ver cómo se busca destruir la vida consagrada: «la vida consagrada es una forma de sequela et imitatio Christi, seguimiento e imitación de la Persona del Señor. Por eso, la vida religiosa se ve gravemente dañada cuando se asienta en una cristología que no responde a la Tradición eclesial».[1]
De allí las consecuencias: «supone un reduccionismo eclesiológico concebir la vida consagrada como una “instancia crítica” dentro de la Iglesia». Es lo que sostienen algunos al enseñar que la misión de los religiosos dentro de la Iglesia es la de criticar. «Del sentire cum Ecclesia se pasa en la práctica al agere contra Ecclesiam, cuando se vive la comunión jerárquica dialécticamente, enfrentando la “Iglesia oficial o jerárquica” con la “Iglesia del pueblo de Dios”. Se invoca entonces el “tiempo de los profetas”, y las actitudes de disenso, que tanto dañan la comunión eclesial, se confunden con denuncias proféticas. Las consecuencias de estos plan teamientos son desastrosas para todo el pueblo cristiano y, de modo particular para los consagrados; en algunos este reduccionismo lleva a vaciar de contenido cristiano lo más nuclear de la consagración, los consejos evangélicos».[2]
Así es que encontramos por ejemplo a Diarmuid O’Murchu, que escribió un libro que se llama «Rehacer la vida religiosa, una mirada al futuro», en el que nos ofrece con gran tranquilidad la fórmula mejor para destruir la vida religiosa.[3] No expondré aquí el planteamiento completo que él hace porque sería demasiado largo, pero sí menciono lo referido a los votos religiosos.
Según nuestro Autor, el voto de castidad debería empezar a llamarse «voto para la relación», lo cual es exactamente lo contrario de lo enseñado por Jesucristo, ¿se dan cuenta? Hay que notar que en la ‘relación’ entra todo… es de no creer. Dice por ejemplo: «¿cuál es el marco para la relación? El de la cultura patriarcal antes de Abraham, para el cual el placer sexual no va ligado ni al matrimonio monógamo (uno con una), que es un producto medieval y tridentino, ni a la reproducción», y continúa «el placer sexual no está ligado tampoco al dualismo de los sexos, hombre y mujer». Pero digo yo, ¿por qué no remontarnos al tiempo anterior a los patriarcas? Finalmente antes de los patriarcas existieron Adán y Eva, a quienes Dios dijo: «creced y multiplicaos» (Gn 1, 28). Pero es un ideólogo y no le importa la Revelación, ni le importa el Cristianismo… no le importa nada, porque quiere llegar a decir que la unión de los homosexuales es una cosa lícita, a eso apunta. ¿Por qué? Porque tal vez él mismo camina como los cangrejos. Lo que se sigue de todo esto es que los religiosos deberían estar abiertos en virtud de su voto «para la relación» a una vida sexual no reprimida por el patriarcalismo y el cristianismo, que pudiera expresarse no solo en una sino incluso en una serie de relaciones. Esto es para nuestro Autor el voto de castidad: «voto para la relación». ¿Relación con quién? Con el que sea. Es una cosa de no creer, y está escrito por un ‘religioso’.
¿Y el voto de pobreza? Pasa a ser denominado «de administración ecológica». Es un absurdo total pues no queda absolutamente nada de los consejos evangélicos establecidos por Nuestro Señor Jesucristo. Es el problema de quienes piensan que son más grandes que Jesucristo.
Finalmente el voto de obediencia se transforma en «voto para el compañerismo» o también voto de «mayordomía de coordinación». Entonces la ‘superiora’, la que hace de cabeza, a lo sumo coordina y ayuda a que todas se pongan acuerdo. Eso es la «mayordomía de coordinación». Se destruye así la vida religiosa.
A raíz de esto encontramos, por ejemplo, religiosas que empiezan a querer mostrar sus cabellos, y terminan yendo a la peluquería, queriendo hacer el papel de ‘muchachitas’, esclavas en definitiva de la ‘young culture’. Religiosas y religiosos que llamados a ser «sal de la tierra y luz del mundo» (Cfr. Mt 5, 13-16) terminan absorbidos por el mundo. ¡Religiosos mundanos!, que no atraen y no son instrumentos con los cuales Dios puede suscitar vocaciones.
Debemos conocer con claridad qué es lo que se está viviendo para saber enfrentarlo.
Le pedimos a la Santísima Virgen, de manera especial por intercesión de San Pío de Pietrelcina y la Beata Madre Teresa de uta, la gracia de comprender que nuestro testimonio, para que sea verdadero, siempre tiene que ser diametralmente opuesto a lo que el mundo predica.
[1] CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción Pastoral de la LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, «Teología y secularización en España. A los cuarenta años de la clausura del concilio Vaticano II», Madrid, 30 de marzo de 2006, nº 46. En http://www.conferenciaepiscopal.nom.es [visitado el 27 de febrero de 2011].
[2] Instrucción Pastoral, nº 47.
[3] Instrucción Pastoral, nº 47. Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Nota doctrinal sobre el libro «Rehacer la vida religiosa. Una mirada al futuro» del Rvdo. P. Diarmuid O’ Murchu, M.S.C. (8.7.2002).