En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos y enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos; dichosos los que lloran, porque serán consolados; dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra; dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados; dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia; dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios; dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios; dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía: alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”.
Ministros de la Sangre
La efusión de la Sangre de Cristo expresa el Misterio