Acerca de Nosotros

El carisma del Instituto del Verbo Encarnado es la gracia de saber trabajar concretamente para extender la presencia de Cristo en las familias, en la educación, en los medios de comunicación, en el mundo académico y en todas las demás manifestaciones legítimas de la vida humana.

El Instituto del Verbo Encarnado (IVE) fue la primera rama de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado fundada por el P. Carlos Miguel Buela en 1984. El Instituto, que toma su espiritualidad del misterio de la Encarnación, fue fundado nada menos que en la Solemnidad de la Anunciación, el 25 de marzo de 1984 en San Rafael, Argentina. Pocos años después, el P. Buela fundaría también una rama femenina (Siervas del Señor y de la Virgen de Matará, SSVM), y una Tercera Orden secular.

El P. Buela quiso que nuestro Instituto se llamara «del Verbo Encarnado», para honrar el acontecimiento más grande de la historia, un acontecimiento que no puede ser superado por ningún otro: la Encarnación del Hijo de Dios.

Mediante la profesión de los votos de pobreza, castidad y obediencia, queremos imitar y seguir más de cerca al Verbo Encarnado en su castidad, pobreza y obediencia. Además, profesamos un cuarto voto de esclavitud mariana, según el espíritu de San Luis María Grignion de Montfort. Por medio de este voto, consagramos toda nuestra vida a la Santísima Virgen María.

En la obra de evangelización, buscamos sacar luz y fuerza del misterio del Verbo encarnado. Nos nutrimos de la sabiduría bimilenaria de la Iglesia y recurrimos a los métodos utilizados por sus mejores representantes: los santos. Por eso, el Instituto está a disposición de los Obispos para ayudarles en sus Iglesias locales, proporcionando profesores para los seminarios, y sacerdotes para el cuidado de parroquias y escuelas de diversos niveles. En el trabajo pastoral, nos dedicamos de modo especial a la predicación de las misiones populares según el método de San Alfonso María de Ligorio y los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. El vasto campo de la evangelización de la cultura nos ha permitido abrirnos a numerosos trabajos apostólicos, incluyendo diferentes obras de misericordia, y el trabajo en los medios de comunicación social.

Los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado queremos anclarnos en el misterio de la Encarnación

que, como ha dicho Juan Pablo II, «es el misterio primero y fundamental de Jesucristo». Desde este misterio, queremos comprometernos a «restablecer todas las cosas en Cristo» (Ef 1,10), buscando ser como otra Encarnación del Verbo para encarnarlo en todo lo humano. Esto significa que nuestra espiritualidad es la de la actitud sacerdotal del Verbo encarnado: sacerdote y víctima. Con Cristo buscamos vivir para ser «ofrenda eterna» para Dios, y unidos a Él y a su sacrificio (Directorio de Espiritualidad, 70-74).

El Instituto cuenta actualmente con religiosos sacerdotes que trabajan en 43 países diferentes de todo el mundo. La mayoría de los sacerdotes trabajan como párrocos en territorios de misión y en aquellas parroquias donde la Iglesia tiene más necesidades, Gaza, Siria e Irak, por ejemplo.

El Instituto del Verbo Encarnado no sólo está formado por religiosos que viven una vida apostólica, sino también por miembros que viven el carisma a través de una vida contemplativa. Como afirman nuestras Constituciones, «al igual que el Verbo eligió vivir en el silencio de Nazaret durante treinta años, algunos de nuestros miembros se consagran a Él en el estado contemplativo». Así, los monjes del Instituto del Verbo Encarnado «desean dedicarse a lo único necesario; han elegido la mejor parte (Cf. Lc 10, 41).

Aquí, en la Provincia de la Inmaculada Concepción, nuestra comunidad monástica se encuentra en la Gruta de Lourdes, en los terrenos de la Universidad del Monte Santa María. Además de atender las necesidades espirituales de la Gruta, nuestros monjes también sirven como capellanes en el Santuario de St. Elizabeth Ann Seton.