Hay una institución que aparece en todos los siglos, donde quiera haya hombres: es el sacerdocio.
Y aparece en lo que tiene de fundamental: ser mediador entre Dios y los hombres, especialmente por esta clásica función que llamamos sacrificio: Todo Sumo Sacerdote tomado de entre los hombres es constituido en bien de los hombres, en lo concerniente a Dios, para que ofrezca dones y sacrificios por los pecados… (Heb 5, 1) Dona et sacrificia pro peccatis, dice la Vulgata.
Los sacerdotes hacen subir al cielo las aspiraciones y dones de los hombres, y del cielo hacen bajar las bendiciones de Dios.
Hay un sacerdocio Patriarcal, según consta por la Sagrada Escritura: – El sacerdocio de Noé: …erigió Noé un altar a Yahvé, y tomando de todos los animales puros, y de todas las aves puras, ofreció holocaustos en el altar (Gn 8, 20);
– el sacerdocio de Abraham, Isaac y Jacob: Abraham tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo… (Gn 22, 13); (Isaac) erigió allí un altar, donde invocó el nombre de Yahvé (Gn 26, 25); ofreció Jacob un sacrificio en el monte e invitó a sus hermanos a comer… (Gn 31, 54);
– el sacerdocio de Melquisedec: entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios altísimo (Gn 14, 18);
– el sacerdocio de Jetró, sacerdote de Madián: …tomó Jetró, suegro de Moisés, un holocausto y sacrificios para (ofrecerlos) a Dios… (Ex 18, 12);
– el sacerdocio de Job: Job… madrugando por la mañana, ofrecía holocaustos…[1].
Entre los pueblos idólatras, en Egipto, Babilonia, Grecia, Roma, se confunde el poder sacerdotal con el civil. Pero Dios salva la institución y el poder sacerdotal, desvinculándolos de todo otro poder secular en lo atinente al servicio de Dios, y haciendo del sacerdocio una verdadera casta de hombres escogidos: Es el sacerdocio de Aarón. Institución magnífica que tiene en su origen a Dios y a Dios en su legislación.
Pero toda la grandeza del sacerdocio mosaico era sólo figura del Sacerdocio futuro. Fue la figura del Sumo Sacerdote. Cuando Él llegue y consume su Sacrificio cesarán el sacerdocio y los sacrificios antiguos para dar lugar a un Sacerdocio eterno y a un Sacrificio eterno. Él mismo es el Sacerdote Tipo. Y lo es en Sí mismo y lo es en Sus funciones.
¿Cuál es la fisonomía sacerdotal de Jesús?
1. Mediador
Es preciso que sea hombre; ni más ni menos; ni superior ni inferior a la naturaleza humana: ex hominibus assumptus… tomado de entre los hombres (Heb 5, 1). Debe ser miembro de la sociedad que representa, para ser intermediario entre Dios y la sociedad misma.
Dios no es sacerdote, no puede serlo porque es uno de los extremos de la mediación: …no hay mediador de uno solo, y Dios es uno solo (Ga 3, 20). Ni debe ser una naturaleza superior o inferior, porque el deber de la ofrenda y de la expiación es de la criatura racional, que recibió la vida de Dios y que pecó contra Él. El hombre debe pagar sus propias deudas y debe ofrecer los bienes recibidos: debe expiar y adorar.
El Verbo se hace hombre, se encarna, precisamente para ser Sacerdote. El fin de la Encarnación es la Redención, y esta la realiza Cristo por la gran función sacerdotal de Su Sacrificio.
Hombre y Sacerdote simultáneamente. No le viene como algo advenedizo y accidental, sino por el mismo hecho de ser hombre. Es sustancialmente hombre y sustancialmente Sacerdote. Como hombre es sacerdote de los hombres, porque no tomó la naturaleza de los ángeles; por eso no es sacerdote de los ángeles, aunque sea Su Iluminador y Rey.
Hombre verdaderamente universal, ya que nos llevaba a todos en Sí. Porque era mediador de todos, «debía llevar las miserias y los pecados de todos»: «Cristo los portaba todos, también nuestros pecados portaba».[2]
Esto nos debe inspirar confianza ilimitada.
Cierto que por la unión hipostática es más excelso que los cielos (Heb 7, 26), pero no sólo se rebajó hasta convivir con nosotros, sino hasta hacerse miserable, cargando con las miserias de todos, y estas las ha intensificado con un amor sacerdotal y de mediación tales, que le hacen representante universal del dolor y de la miseria humana.
2. Ser llamado
No se es sacerdote por voluntad personal de cada hombre, ni por la autoridad civil: es Dios quien llama. Quien toma la investidura sacerdotal sin ser llamado o ejerce según su antojo las funciones de mediador, es un intruso. Por eso se dice en Heb 5, 4: Y nadie se toma este honor, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.
Por ser mediador entre el cielo y la tierra, debe ser grato al cielo y a la tierra, en especial al cielo. Dos funciones realizan la adoración y la expiación: como adorador es el depositario del amor que los hombres deben ofrecer a Dios; como expiador reconcilia a los hombres con Dios, quitando de en medio, el pecado.
Jesucristo, Sacerdote de la Nueva Alianza, Sacerdote Único en el que se encarnará todo el Sacerdocio definitivo y eterno, anticipado en figura por el sacerdocio de la ley mosaica, debía ser llamado por Dios, con mayor razón que Aarón.
El Verbo se hizo carne para redimir, redime por su sacrificio y sacrifica por su Ser y sus funciones de Sacerdote. Encarnación y Sacerdocio, Sacrificio y Redención, están tan íntimamente unidos en Jesucristo que son absolutamente inseparables.
Este llamado se identifica con su filiación divina y es exigencia de su legación divina.
Por eso nos dice el autor de la Carta a los Hebreos: Cristo no se exaltó a Sí mismo en hacerse Sumo Sacerdote, sino Aquel que le dijo: «Mi Hijo eres Tú, hoy te he engendrado» (5, 5).
Es llamado a ser Sacerdote eterno -sin suceder a nadie y sin sucesor-, instituido extraordinariamente: Lo juró el Señor y no se arrepentirá: «Tú eres sacerdote para siempre» (Heb 7, 21).
La significación etimológica de «sacerdote» es, en hebreo: «Hombre que está de pie». Así, está Cristo orando al Padre, ofreciendo su sacrificio, como Mediador de los hombres ante Dios. Así, también, debe estar el sacerdote secundario.
3. El hombre no sólo debe ser llamado, también debe ser consagrado sacerdote
Es la investidura pública que le capacita para ofrecer sus oficios sagrados.
¿Cómo fue ordenado y consagrado sacerdote Jesucristo?
Por el puro hecho de la unión hipostática de su naturaleza humana con la Persona del Verbo. El Verbo es el Crisma substancial, porque es substancialmente Dios.
Al tocar la Humanidad de Cristo lo consagra Sacerdote Único, Sacerdote Substancial y Total, o sea, Sacerdote por su misma naturaleza y por su mismo ser. Al ponerse en contacto con la divinidad fue íntima y totalmente invadido por ella y por ella ungido en alma y cuerpo.
Por eso, en Lc 4, 18 el mismo Señor dice: El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque Él me ungió; Él me envió a dar la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos la liberación, y a los ciegos la vista, a poner en libertad a los oprimidos… El Espíritu Santo -«spiritualis unctio»- se compenetró -más que el aceite a los cuerpos más compactos hasta hacer de Él una unción viva y substancial, no un hombre ungido, sino «El Ungido», ¡Cristo!
Más aún, por la consagración sacerdotal, Jesús -como dice Santo Tomás- es el Carácter por esencia («…character aeternus est ipse Christus…»[3]); por ello es Sacerdote esencial, constituido y consagrado -como tal- en la Encarnación.
4. Santidad suma
Todos nosotros nacemos manchados. Cometemos muchos pecados, aun siendo sacerdotes, por eso decimos en la presentación de dones: «Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que este sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor Dios nuestro»; además del acto penitencial, del lavabo y del «no soy digno…». Jesucristo, no.
Él es la santidad esencial. La suma santidad creada, como hombre. Y tal Sumo Sacerdote nos convenía: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y encumbrado sobre los cielos (Heb 7, 26):
– «Santo»: ya lo había anunciado el ángel Gabriel a la Virgen.
– «Inocente»: más que Abel.
– «Inmaculado»: sin pecado original ni personal.
Por eso, no necesita diariamente, como los Sumos Sacerdotes, ofrecer víctimas, primero por sus propios pecados, y después por los del pueblo, porque esto lo hizo de una vez, ofreciéndose a sí mismo (Heb 7, 27).
5. Inmortal
No morirá jamás. Todos los otros sacerdotes tenían que renovarse sin cesar. Cristo no. Murió una vez para consumar su Sacrificio; pero tomó otra vez la vida para ofrecer su Sacrificio por toda la eternidad. «El sacrificio vespertino de su Pasión -dice San Agustín- se convirtió, por su Resurrección, en Sacrificio matutino y perdurable».
Hay dos tipos de sacerdocios: uno sujeto a la ley fatal de la muerte, otro, según la fuerza de una vida indestructible (Heb 7, 16); por eso «ya no morirá más», es Sacerdote Eterno.
6. Según el orden de Melquisedec
Es de una categoría única en la historia del sacerdocio. Es sacerdote nuevo, interrumpe y abroga el levítico. Como aquel rey de Salem, es Rey y Sacerdote al mismo tiempo. Como aquel rey de Salem, no tiene genealogía, porque no tiene padre según la generación humana, ni madre según la generación eterna. Como aquel rey de Salem, es rey de justicia, porque es Dios, y como sacerdote vino a establecer entre Dios y los hombres, pagando en justicia al Padre. Como aquel rey de Salem, ofreció pan y vino, en la Última Cena, en la que todo es nuevo, puesto que nuevo son:
– El sacerdocio;
– el sacrificio;
– la Alianza que se sella con su sangre;
– la Reconciliación;
– la Redención.
Ya no son simples figuras.
[1] Cfr. Job 1, 5.
[2] SAN CIPRIANO, Epis. 63, 33: «Omnes portabat Christus, qui et peccata nostra portabat».
[3] SANTO TOMÁS DE AQUINO, STh, III, 63, 3.